MANIFIESTO 1 DE MAYO 2020
SOLIDARIDAD OBRERA CONTRA EL DESASTRE DEL CAPITAL

En los últimos dos meses, la clase trabajadora de nuestro país ha sufrido la mayor agresión contra sus condiciones de vida y sus libertades democráticas desde la caída de la dictadura franquista. El confinamiento decretado como respuesta a la expansión de la pandemia del coronavirus ha significado más de un millón de despidos, 500.000 ERTEs que han afectado a más de cuatro millones de trabajadores y trabajadoras, el sometimiento a una disciplina laboral ausente de las más mínimas condiciones de seguridad y salud para los trabajadores de las actividades esenciales, y el hambre y la más sórdida miseria para los millones de trabajadores informales y para los parados.

Este brutal confinamiento, que ha significado desempleo de masas, miseria creciente, riesgos para la salud de los trabajadores y muerte y desolación para millones de familias obreras, no es el resultado de un inevitable fenómeno de la naturaleza.

Este confinamiento está motivado por la degradación programada, en las últimas décadas, del sistema sanitario público de nuestro país. El proceso de privatizaciones implementado en la sanidad pública desde la aprobación de la ley 15/97 ha significado el despido de miles de profesionales sanitarios, el trabajo en condiciones de precariedad, subcontratación y temporalidad de gran parte de las plantillas de los servicios públicos, el cierre de camas hospitalarias y de unidades de cuidados intensivos, la falta de recursos básicos para la defensa de la vida en el sistema sanitario (respiradores, batas, mascarillas…)

El confinamiento es el resultado décadas de saqueo de lo público. Con una sanidad más fuerte, otros países de Europa no han tenido que tomar medidas tan radicales contra la pandemia. Nuestro drama es el despliegue de un capitalismo depredador que destruye los equilibrios naturales, pero que también aniquila lo común y las resistencias de la clase obrera

En medio de la alerta sanitaria y del confinamiento, el capitalismo «legaliza» que migrantes y refugiados «sin papeles» puedan recoger las verduras y frutas que comeremos todxs, pero no regulariza su situación, continúan sin derecho a papeles, ni a trabajo y vivienda dignas. Muchxs migrantes subsaharianos o jornaleras marroquíes no tienen agua potable, ni electricidad en las chabolas de Huelva o Almería. El 80% de las cuidadoras de los mayores son migrantes, explotadas por dos duros, sin contrato.

La gestión política del confinamiento se ha basado en ayudas mínimas (casi vergonzantes) a las clases populares, censura, y socialización de las pérdidas de las grandes empresas. Insolidaridad de las élites europeas y tentativas de construir un gran pacto que garantice que los obreros pagarán la crisis, por parte de los políticos patrios.

Solo la solidaridad y el apoyo mutuo de la mayoría trabajadora, expresada en luchas y en organización autónoma, asamblearia e independiente, puede acabar con esta pesadilla. Nos toca, a los de abajo, organizar la justa indignación de nuestra clase. Nos toca defender los puestos de trabajo, el pan para los parados, el derecho a la vivienda, los cuidados para todos, la seguridad en el trabajo y la prevención de los riesgos laborales, la sanidad pública y los servicios del común (educación, seguridad social, dependencia, servicios sociales…)

Y también nos toca empezar a construir otro mundo. Un mundo diferente. Sobre las ruinas que nos ha legado el capitalismo. Sobre el dolor y la mugre que nos han impuesto los grandes negocios y los explotadores. No basta con defender nuestros derechos más básicos, también hay que acabar con este mundo de sufrimiento y caos. Hay que acabar con el capitalismo para que el capitalismo no acabe con nosotros.

Como decía Buenaventura Durruti, no nos tienen que dar miedo las ruinas. Son las ruinas de un mundo que construyó nuestro trabajo. Si nosotros mismo pudiéramos autogestionar la reconstrucción el mundo sería muy diferente: habría justicia, pan y libertad.

Este 1° de Mayo lxs trabajadorxs luchamos también por derechos para migrantes y refugiadxs, el sector más explotado de la clase obrera.

Esa es la verdadera herencia que retomamos en este 1 de mayo: la herencia de lucha de los que se levantaron en Chicago en 1886 por las ocho horas de trabajo, pero también por el fin definitivo de la explotación.

EL 1 DE MAYO SOMOS CLASE

TRABAJADORES:
SOLIDARIDAD Y APOYO MUTUO

EL CAPITALISMO ES MUERTE

DEFENDAMOS LA SANIDAD PÚBLICA, LO COMÚN Y EL TRABAJO

DEFENDAMOS EL NUEVO MUNDO QUE VIVE EN NUESTROS CORAZONES


FIRST OF MAY: SOLIDARIDAD OBRERA AGAINST THE CAPITAL DISASTER

In the last two months, the working class of our country has suffered the greatest aggression against their living conditions and their democratic freedoms since the fall of the Franco dictatorship. The confinement decreed, as a response to the expansion of the coronavirus pandemic, has meant more than a million layoffs. 500,000 ERTEs have affected more than four million workers. This situation has caused the submission to a labor discipline where the most minimal conditions of safety and health for workers in essential activities are absent and hunger and the most sordid misery for the millions of informal workers and for the unemployed.

This brutal confinement, which has meant mass unemployment, increasing misery, risks to the health of workers and death and desolation for millions of working families, is not the result of an inevitable phenomenon of nature.

This confinement is motivated by the programmed degradation, in the last decades, of the public health system of our country. The privatization process implemented in public health since the approval of Law 15/97 has meant the dismissal of thousands of health professionals. This work in precarious, subcontracting and temporary conditions of a large part of the staff of public services, the closure of hospital beds and intensive care units, the lack of basic resources for the defense of life in the health system (respirators, gowns, masks, etc.)

Confinement is the result of decades of looting of the public. With stronger healthcare, other countries in Europe have not had to take such radical action against the pandemic. Our drama is the unfolding of a predatory capitalism that destroys natural balances, but also annihilates the common and the resistance of the working class.

In the midst of the health alert, the confinement of capitalism «legalizes» that migrants and refugees «without papers» can collect the vegetables and fruits that we will all eat. However, it does not regularize their situation. They continue without the right to papers, nor to decent work and housing. Many sub-Saharan migrants or Moroccan day laborers do not have running water or electricity in the slums of Huelva or Almería. 80% of the caregivers of the elderly are migrants, exploited for a miserable wage, without a contract.

The political management of the confinement has been based on minimal aid (very shameful) to the popular classes, censorship, and socialization of the losses of the big companies. Also, discord by national politicians and the European elites and attempts to build a great pact guarantees that the workers will pay for the crisis.

Only the solidarity and mutual support of the working majority, expressed in struggles and in autonomous assembly and independent organization, can end this nightmare. It is up to those of us below to organize the just outrage of our class. We have to defend jobs, bread for the unemployed, the right to housing, care for all, safety at work and the prevention of occupational risks, public health and services of the common (education, security, social, dependency, social services, etc).

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