Como cada mes, este grupo de trabajo, que emana del Comité de Seguridad y Salud, volvió a reunirse, con resultados desiguales, dependiendo del tema, incluso del Área de esta compañía que deba tomar medidas.

Tras el incidente ocurrido en julio, en el Cuarto de Transformación de Conde Casal, donde se incumplió el Plan de Trabajo, y se permitió a trabajadores de Metro entrar sin haberse realizado la limpieza tras un desamiantado, nos comentan que las mediciones no dieron positivo…como siempre, las garantías sobre nuestra salud se basan en mediciones tardías.

Dadas las sospechas emitidas por Solidaridad Obrera, el 25 de junio, sobre transformadores de la sección de Energía (R013XX), y la falta de información fidedigna y creíble, este tema fue tratado de nuevo. Este caso, sin ser excepcional, es curioso, pues las respuestas han tenido que ser “extraídas” a la empresa, empezando por contestaciones desde cuentas de correo anónimas, hasta “garantías” fruto de la credibilidad de las empresas RERA que “saben” de la presencia de amianto con un vistazo (JA), pasando por el incumplimiento flagrante de las resoluciones de la Inspección de Trabajo sobre la información concerniente a este veneno.

Ante nuestra solicitud de un listado de tareas de acompañamiento y/o cercanía con empresas RERA, nos facilitaron, a viva voz, un pequeño boceto, como si no tuvieran la información concreta. Salvo Material Móvil (sin ser perfecto), con sus protocolos (IE), y demás documentación, como “planos” de los trenes con presencia de MCA, las demás partes de esta compañía apenas tienen controlado este tema. Los avances en esta materia en Señales, por ejemplo, ya se encuentran en manos de la Inspección de Trabajo, por la torticera manera de ejecutarlos, incluyendo la negación de los derechos de participación y consulta de esta parte. Sobre las secciones de Energía, Baja Tensión, Comunicaciones y Obra Civil, nos aseguraron que, directamente, solo acompañan para la apertura de cuartos, o la preparación de las instalaciones, teorías que en más de una ocasión se han demostrado…poco ajustadas a las practicas.

Una vez declarados como cancerígenos los humos diésel, y dada la similitud de algunas patologías con las de exposición al amianto, se preguntó a la empresa sobre el tratamiento de estas enfermedades profesionales. Se nos aclaró (confirmando lo que ya habíamos leído) que las pruebas médicas son las mismas de una vigilancia que de la otra, auscultación, espirometría y rayos X. Que estaban estudiando la búsqueda de marcadores biológicos, como la carboxihemoglobina, aunque no son concluyentes, ya que (hasta donde sabemos), solo comprueba la inhalación de monóxido de carbono (CO). Y, sobre la declaración de las enfermedades, aseguraron estar estudiándolo, pues ante una patología común, la declaración depende del “tóxico”, y estando los dos presentes, lo más razonable parece inscribir la enfermedad bajo ambos riesgos. Ya veremos que nuevas noticias nos traen o si, como casi siempre, deberemos ser nosotras quienes peleemos por el adecuado tratamiento de estas situaciones.

Si bien es cierto que actualmente el amianto se encuentra medianamente controlado, con las medidas de seguridad implantadas, como la última versión de la IG-12, la IE-0010 sobre caracterización, las IE sobre trabajos en proximidad, la concienciación de la plantilla, las caracterizaciones, los desamiantados y demás, este tema no dejará de estar en nuestras agendas hasta que desaparezca de nuestros puestos de trabajo, y de nuestros cuerpos, aunque esto último sea imposible.

Casi en 2022, se empiezan a cumplir la mayoría de las exigencias que Solidaridad Obrera puso sobre la mesa en 2017, 2018 y 2019, cuando éramos tildados de exagerados, de locos, de querer parar Metro, cuando no pudimos sentirnos más solos. La lección es sencilla, cuando tus argumentos se basan en la ciencia y la razón, la opinión mayoritaria solo es eso, ruido.

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