Damos la bienvenida al librocomic “La balada de Robin Hood”, de M. A. Diéguez y J.J. Vázquez, una curiosa fábula de nuestros días muy interesante y actual, que podéis conseguir en la Sección o en nuestro local de Espoz y Mina. Afiliados 3€, no afiliados 6€.

La balada de Miguel Diéguez (Articulo de la Fundación Aurora Intermitente).

“En los CHAPBOOKS y en las baladas hemos de encontrar el germen de las lecturas infantiles y populares. Los CHAPBOOKS libros baratos, equivalentes en nuestra literatura denominada de cordel. Eran libros pequeños, toscos, con grabados vulgares, muy baratos que se editaron en el Siglo XVI y alcanzaron su apoteosis en el Siglo XVIII. Relataban cuentos y baladas, equivalentes a nuestros romances. Las baladas como los romances, se transmitieron de boca en boca, antes de escribirse. Eran composiciones dramáticas, de gran interés y movimiento. Eran historias en verso de Guy de Weeisk, Adam Bell: “Los niños en el bosque, Tom Thum y ROBIN HOOD”.

Los chapbooks conteniendo baladas o historias, eran vendidos por buhoneros, que los transportaban en canastas. Gozaban de gran favor las leyendas y los cuentos antiguos, tal como JACK THE GIANT KILLER, que alcanzaron tal difusión, que algunos pedagogos del Siglo XVIII advierten a los niños que no lean baladas, ni libros toscos, sino historias de santos, mártires y vidas ejemplares, así como tratados de urbanidad. Eran tiempos en los que se confundía la educación con la educastración. Letras inyectadas con sangre, reglazo y tente tieso, de largos silencios, brazos cruzados… que chocaban frontalmente con las baladas de amor, las historias picarescas y la lectura de la realidad en la calle, en la clandestinidad pedagógica y en la represión externa y autorrepresión personal.

 

Miguel Diéguez, como era natural en él, anarquizaba con su palabra y sus escritos y nunca pudo alinearse con este tipo de libros acríticos y perversos. Miguel, como un Nostradamus avizoró con la ayuda de un análisis de lo circundante, que los pobres eran producidos por los nobles y, los muy cínicos, les querían ayudar con hospitales, limosnas y otras fruslerías. Sabía que a lo largo de la historia y en los tiempos actuales se le roba a los pobres para entregárselo crudo a los ricos. De esta idea elemental nace y crece, se desarrolla y vivirá siempre LA BALADA DE ROBIN HOOD, antigua balada inglesa, anónima, de época desconocida, incluida en “Las Reliquias de la antigua poesía inglesa”, publicada por PERCY en 1765. Es la más famosa de las muchas dedicadas a Robin Hood y narra cómo él y Little John, encontrándose en el bosque de SHERWOOD, ven a un hombre bajo un árbol y Little John dice que preguntará quién es. Robin considera una afrenta las palabras de Little y amenazará con romperle la cabeza. Little se va a Burnesda, donde los hombres del Sheriff le hacen prisionero. Entretanto Robin ha preguntado al desconocido del bosque cuál es su nombre y le ha contestado: “Soy Guy de Gisborne y he jurado prender a Robin Hood”.

A mucha gente ayudó el valiente Robin Hood y sus alegres camaradas, después de realizar esta buena acción, pues se disfrazó de mendigo y recorrió el condado de Nottingham asistiendo a los pobres y, sus aventuras llegaron a la corte de la Reina Leonor y el Rey Enrique en la famosa ciudad de Londres. “¿Creéis que las leyes del Rey de Inglaterra van a ser burladas por un pobre bribón?”.

¡Por los huesos de Odín! Os voy a presentar un insólito libro de un escritor con una lengua osada y libertaria, macerada de anarquismo y humor vitriólico. Un proscrito del polanquismo casposo y cibernético que transformó a Robín Hood en una parodia de la vida actual en la que se roba a los pobres para dárselo a los “nobres”. Miguel Diéguez, escritor crítico, minoritario, cuántico y José Vázquez, diseñador gráfico anticipador y perfeccionista formaron un binomio trascendental para celebrar la conjunción de unos textos brillantes y los signos gráficos del ya desterrado letraset a manos de la digitalidad. El resultado de este matrimonio nostálgico es un libro bello, ingenioso, sutil y testimonio de una época en la cual los diseñadores dejaban horizontalmente transida su mirada, sus ojos y su paciencia de tanto “frotar” los signos de aquellas hojas, cuyos signos combinados al servicio de un texto simple y luminoso son el origen de este libro.

Los nobres y probes, agradecerán que todavía existan ciudadanos que estimulen, agiten, descubran un lenguaje insólito, un dialecto metafórico y artístico.

Si viviera el sheriff de Nottingham no tendría la osadía de detener a José Vázquez, ni a Miguel Diéguez porque le dejaron con su ventioseno al descubierto. Se quitaría el sombrero y los llevaría al Castillo del Rey para que brindaran los nobres y los probes por su ingenio y arte.

El letraset es ya una leyenda y una balada para los amantes de las artes gráficas y un prado “bien cencido” para la nostalgia de los que tuvieron que utilizarlo para titulares, capitales e iluminaciones de libros, periódicos y revistas.

Miguel nuestro que estás en nuestros corazones y José Vázquez que vives en el huerto sellado de tu arte, gracias por aquel día en el que “la conjunción de la palabra y la imagen” anunciaron la primavera…

Fundación la Aurora Intermitente

 

 

 

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